Uno de los momentos más comentados del vodevil vivido en el Congreso este jueves durante la votación de la reforma laboral fueron los gestos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pidiendo tranquilidad con las manos a las ministras Nadia Calviño y Yolanda Díaz cuando en un primer recuento la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, la dio por derogada.
Las caras de estupor de Calviño y Díaz contrastan con la de un relajado Sánchez que dio a muchos en las redes la sensación de conocer de antemano el desenlace final de la votación, como así acabó ocurriendo cuando sólo segundos más tarde, Batet anunciaba que los servicios jurídicos de la Cámara le informaban de que había más síes que los noes.
Suponer que Sánchez sabía con anterioridad lo que iba a hacer Batet es ir demasiado lejos pero esa llamada a la calma a sus vicepresidentas sigue levantando sospechas.
Así todo, Sánchez ha señalado que la convalidación de la reforma laboral por el Congreso es «la victoria de toda España» y ha agradecido a los grupos parlamentarios que la han apoyado, aunque no se ha pronunciado sobre los pormenores de la votación, que ha salido adelante con 175 votos a favor y 174 en contra y con los votos en contra de UPN, cuyo respaldo daba por hecho el Ejecutivo.
Nada más terminar la votación, Sánchez ha indicado que lo importante son los 20 millones de trabajadores y los cientos de miles de empresas que se van a ver beneficiados de la reforma laboral. «Esta es la victoria de toda España, de todos y cada uno de los trabajadores y de las empresas de nuestro país», ha señalado.